Los boticarios en Cuba: La historia del oficio que el tiempo se llevó

Calle y Malecón 🤔

Hoy en día, entrar a una farmacia es como meterse en una batalla campal. Gente de mal humor, empleados con cara de pocos amigos y un sistema que parece más enfocado en vender que en atender. Pero hace años, la historia era otra. Existía un oficio que mezclaba ciencia, tradición y un trato humano impecable: el de los boticarios en Cuba.

Los boticarios no eran simples vendedores de medicamentos. Eran los alquimistas del barrio, los que sabían de plantas, mezclas y remedios caseros que curaban más que un simple resfriado. ¿Quieres saber cómo era este mundo que el tiempo se llevó? ¡Sigue leyendo!

Cuando las farmacias eran boticas y los remedios se hacían a mano

En tiempos pasados, las farmacias no eran como las conocemos hoy. Se les llamaba boticas, y eran mucho más que simples expendios de medicamentos. Allí se preparaban, mezclaban y despachaban los remedios, con una precisión casi artesanal. No existían las medicinas en cajitas ni las fórmulas prefabricadas, todo se hacía en el momento, según la necesidad del paciente.

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El boticario no solo despachaba, sino que también investigaba y creaba nuevas fórmulas, muchas de ellas basadas en la medicina natural. Era común encontrar tarros y botellas de todos los colores, llenos de jarabes, ungüentos y pociones milagrosas.

Pero lo que realmente hacía especial a los boticarios en Cuba no era solo su conocimiento, sino su trato cercano y humano. Eran como un médico de confianza, siempre listos para dar un consejo y, si era necesario, hasta ofrecer una curita o un vendaje a los más necesitados.

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El misterio de la luz roja: Cómo saber qué botica estaba de guardia

Si hubieras caminado por las calles de Cuba en aquellos tiempos, habrías notado un detalle curioso: fuera de cada botica había una luz roja que se encendía en las noches. ¿Para qué servía? Pues era la forma en que se anunciaba cuál de ellas estaba de guardia.

Las boticas eran casi como pequeñas clínicas del pueblo, y siempre había una lista para atender emergencias nocturnas. Allí se podía encontrar de todo: desde pomadas y polvos hasta hierbas y raíces para cocimientos. La miel de abeja, por ejemplo, era uno de los ingredientes más utilizados, por sus propiedades curativas.

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El boticario que atendía en caballo y bicicleta

Si hay una historia que demuestra el compromiso de estos profesionales con la comunidad, es la de Isidro Pujol, un boticario del Puerto de Casilda, en la costa sur de Cuba.

Este hombre no conocía el descanso. Si alguien necesitaba ayuda, él estaba ahí, sin importar la hora ni el día. Cuando la situación lo ameritaba, se quedaba hasta el último momento con sus pacientes, incluso certificando su muerte cuando ya no había nada más que hacer.

Pero lo más admirable de Pujol era su espíritu solidario. No cobraba por su trabajo si la persona no tenía cómo pagarle. Muchas veces, su recompensa eran comida, frutas o cualquier cosa que la gente pudiera darle. Y cuando los caminos eran largos, montaba su caballo viejo para llegar hasta sus pacientes. Cuando el caballo falleció, no se rindió: se hizo de una bicicleta y siguió recorriendo el pueblo, llevando salud y esperanza en cada visita.

El fin de una era: ¿Por qué desaparecieron los boticarios en Cuba?

Los tiempos cambiaron y con ellos, también las farmacias. La industrialización de los medicamentos, la llegada de las grandes cadenas farmacéuticas y la desaparición de los pequeños negocios acabaron con el arte del boticario.

Muchas de estas antiguas boticas se convirtieron en establecimientos turísticos por la belleza de sus instalaciones y la historia que guardaban. Sin embargo, la esencia de lo que fueron se perdió en el tiempo.

Hoy, cuando los mayores recuerdan aquellas farmacias de antaño, les invade la nostalgia. No solo por los remedios naturales o los escaparates llenos de frascos misteriosos, sino por la humanidad con la que eran tratados.

Porque al final del día, el verdadero poder de la medicina no está solo en la fórmula, sino en el corazón de quien la entrega.

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